Los novios deben conocerse bien antes de contraer un matrimonio que luego resulta indisoluble. Conviene que se aseguren de su perfecta identidad de ideas y sentimientos antes de casarse y que no se dejen llevar de pasajeros entusiasmos a los que luego suceden los desengaños. El amor está hecho de constantes y menudas atenciones, no de entusiasmos repentinos. Más que la repentina emoción del corazón, vale la probada coincidencia de sentimientos, creencias, aspiraciones y tradiciones. Busquen el uno en el otro las virtudes que serán la base de la vida del hogar. Carecen de sentimiento moral los hombres que permiten a sus novias las faltas de pudor.
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